¡Cualquiera!

Publicado en por Gonzalo Flores

Señores precandidatos a la Presidencia de la República:

 

No es necesario mencionarles que el régimen instalado en 2006 como gobierno democrático pero progresivamente degenerado hacia una forma autoritaria intenta perpetuarse ilegalmente en el poder, modificando en su favor las reglas del juego político, controlando al tribunal que debería ser neutral, alterando los datos y registros electorales y usando los recursos públicos y todo otro medio a su alcance. Nunca la República ha estado tan al borde de precipitarse hacia una tiranía y con tanto aviso previo. El masismo no pretende simplemente obtener un mandato adicional de cinco años. Su verdadera intención es hacer de Bolivia una nueva Bulgaria, Rumania o Cuba, donde mandará la élite del partido y los demás ciudadanos serán obligados a obedecer, callar o abandonar el país, so pena de ser encarcelados, desaparecidos o muertos. Ustedes deberían haberlo entendido.

 

El 13 noviembre pasado perdieron una oportunidad importante para sellar una alianza opositora vencedora. El 28 noviembre venidero podrían perder otra. Después de esa fecha formar alianzas les será mucho más difícil, porque unos candidatos tendrían que renunciar en favor de otros y resignar también las pretensiones de sus partidarios.

 

La cooperación entre ustedes está bloqueada por cinco razones: su pasado inevitable, sus intereses partidarios y personales, la debilidad de sus estructuras partidarias, la vejez de sus liderazgos, y la ausencia de prácticas democráticas internas que permitan la renovación de ideas y protagonistas. Pero todas estas barreras pueden ser superadas.

 

Ni la peor de las crisis económicas sería tan grave como la pérdida de la democracia y las libertades. La experiencia de otros países en Europa oriental, África y América Latina nos muestra claramente que la peor degradación de las sociedades ocurre cuando sus ciudadanos dejan de ser libres y ya no pueden ni pensar, ni expresar sus ideas, ni sus desacuerdos, ni asociarse, ni poder consultar una prensa libre, ni poder elegir a sus representantes y sobre todo, cuando ya no pueden cambiar a sus gobiernos. El agarre de los gobiernos autoritarios de izquierda es fuerte y sofocante, especialmente porque no tiene límites morales. Esos gobiernos no paran mientes en desconocer y destruir instituciones, en anular los procedimientos de la democracia, en controlar la comunicación colectiva; en duplicar, dividir y si es necesario pulverizar las organizaciones populares; en perseguir a los opositores y si es necesario hacerlos desaparecer físicamente. La cooperación internacional es insuficiente e ineficiente para derrocar a regímenes autoritarios que se han encumbrado en el poder mediante procedimientos democráticos que luego han torcido para perpetuarse. La movilización ciudadana tiene también sus propios límites. Ningún ciudadano, por democrático que sea, estará todos los días en la calle demandando derechos que deberían estar garantizados.

 

Ante estos graves peligros, las fuerzas opositoras deben unirse. Si no todas, por lo menos aquellas cuyos valores y visión de país sean compatibles. Si a ellas se suman las innumerables plataformas ciudadanas se habrá formado una mayoría invencible.  La formación del bloque opositor democrático vencedor está todavía a su alcance. Ya no lo estará dentro de unas pocas horas.

 

Las diferencias entre ustedes son reales pero de segundo orden. De ellas nos ocuparemos cuando sea tiempo, porque poco importan el federalismo o el centralismo, el modo de confección de las listas de senadores y diputados o aspectos específicos de la gestión de las políticas públicas frente a la pérdida de la democracia y las libertades.

 

Contra lo que se cree, la identidad del hombre que encabece el frente democrático no es esencial. A los ciudadanos nos interesa supremamente librarnos del peligro, dejar de correr el riesgo de vivir en tiranía, no otra cosa. Queremos inaugurar una transición democrática y en las condiciones actuales no nos interesa ningún político en especial: elijan a cualquiera, nos da lo mismo, pero que nos permita sacar a Evo Morales y restituir las reglas del juego democrático.

 

La tecnología digital permite guardar registros de casi todo lo que se dice o hace, especialmente en público. Pasen pues a la historia como los inteligentes que se unieron para salvar la democracia o como los empecinados que se aferraron a sus visiones particulares y fueron cazados por separado por un adversario más astuto.

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