Precios distorsionados

Publicado en por Gonzalo Flores

Precios distorsionados

De la manera más simple, un precio es simplemente la cantidad de dinero que permite que un bien cambie de dueño.

Sencillos como son, los precios cumplen muchas funciones. En primer lugar, en una economía de libre mercado, indican la escasez relativa de las cosas: un quintal de café especial cuesta más que un quintal de papa. En segundo, actúan como señales que permiten colocar los recursos de las granjas: si los consumidores están comprando más café, los agricultores colocarán más recursos -tierra, trabajo, agua- al cultivo de café. Esto significa que los productores, con sus compras y abstenciones de compras, indican a los productores y comerciantes los productos que desean. En tercero, los precios actúan como incentivos: si el precio de la fruta sube, el ingreso de los agricultores también sube. De ese modo, los precios alientan o retrasan la inversión y la formación de capital en el largo plazo. Son como muchísimos mensajeros, que traen tanto noticias buenas como malas y al hacerlo orientan las decisiones de los productores y los consumidores.

Los precios libres permiten que los recursos escasos vayan a sus mejores usos, y por eso permiten que unas economías sean más eficientes que otras. Las economías de mercado son más eficientes que las que impiden el funcionamiento de los precios, precisamente por las funciones anotadas más arriba. Los mercados no admiten calificativos; no son ciegos, ni sordos; ni generosos o bondadosos. Son simplemente el lugar donde se encuentran la oferta y la demanda e interactúan a través de precios libres.

¿Qué ocurre cuando los precios no cumplen sus funciones o simplemente no existen?

En algunos países, los socialistas, se intentó eliminar los precios creados por oferta y demanda libres y reemplazarlos por unos precios fijados administrativamente, es decir, por unos comités del gobierno. La producción no sería decidida por el mercado, sino por los comités del Gobierno y se realizaría en empresas públicas. De ese modo los precios no reflejaban la escasez de los bienes, sino las decisiones de esos comités; los consumidores no podían decirles a los productores lo que deseaban. Generalmente, se producía mucho más o mucho menos de lo que se necesitaba. Ese sistema –empresas estatales y precios administrativos- se ensayó en la Unión Soviética, en China, en Vietnam y todavía se practica en Cuba. Ha fracasado total y completamente.

Bolivia se encuentra en una situación intermedia.

Para empezar, dos importantes macroprecios, el tipo de cambio y el tipo de interés, han sido fijados administrativamente. Todos sabemos que la moneda boliviana está apreciada. El precio oficial sigue siendo de Bs. 6,96 por dólar, pero sabemos que ese precio no refleja la escasez de esa divisa. Respecto al tipo de interés, la tasa de referencia estaba a 3,01 a diciembre de 2023, pero claramente, por debajo de su valor de mercado libre. Basta con que esos dos macroprecios estén alejados de sus valores de mercado para que toda la economía deje de colocar los recursos escasos en sus mejores usos.

Pero hay más.

Los salarios no se determinan por el mercado, sino por decisiones administrativas del gobierno y presiones de los sindicatos. Los salarios más altos, establecidos sin ninguna referencia a la productividad, impiden la creación de nuevos puestos de trabajo. Es curioso que las buenas intenciones de la legislación y política salariales hayan terminado perjudicando, no beneficiando, a los trabajadores y a los que quieren ser trabajadores.

Los precios domésticos de la gasolina y del diésel son inferiores a los precios internacionales. La diferencia es el subsidio, que este año costará $us 1.400 millones de dólares. Con esos precios, que no reflejan ni de lejos la escasez de los combustibles, el combustible es baratísimo. Los costos de transporte de cualquier cosa se mantienen bajos y el negocio del transporte se hace muy rentable. También es muy rentable comprar combustibles en el mercado doméstico a precios subsidiados y exportarlos a cualquier país, donde se venderán a precios internacionales. Pero eso sólo durará hasta que al gobierno le alcance el dinero para pagar el subsidio. Entonces vendrán la escasez, el racionamiento y el mercado negro.

En el campo alimentario, el gobierno, además de fijar precios administrativamente, ha introducido unos subsidios para los insumos con los que se produce esos alimentos. El gobierno subsidia en forma directa: granos para piensos y forrajes (especialmente maíz, soya, sorgo); tierra, agua, y en forma indirecta, los precios de las carnes roja, blanca y de cerdo; del maíz, el trigo, el huevo, el arroz, el aceite y otros productos. Pero no paga a todos los productores por igual. Paga a los privilegiados que han entrado en una lista de favorecidos, que producen, no porque el mercado demanda sus productos, sino porque tienen asegurado un pago extra. El gobierno también subsidia una importante cantidad de alimentos que van en especie a las gestantes y lactantes, a los escolares y a los de la tercera edad. Y entra en una espiral irrefrenable. Si subsidia este alimento, ¿por qué no este otro? El PGE 2024 ha previsto gastar en subsidios a los alimentos $us 101 millones este año. No le creo. Pienso que será mucho más y que esa cifra está escondiendo la verdad de las cosas.

Las empresas agropecuarias estatales, que trabajan a pérdida y contribuyen a colocar mal los recursos escasos contribuyen también a distorsionar los precios.

¿Qué pasará cuando se retiren los subsidios y los precios puedan flotar libremente? Muchos precios subirán, unos pocos caerán. Empezarán a reflejar la escasez relativa del combustible y de los alimentos, a pagar todas las remuneraciones a los factores necesarios a su producción o importación y habrá nuevas cantidades de equilibrio en cada uno de sus mercados.

Inicialmente, los consumidores sentirán el impacto. Los precios subirán al nivel que los productores pueden aceptar cobrar y los consumidores pagar. No habrá sobredemanda de gasolina, diésel o de transporte. El dinero que ahora se usa para pagar los subsidios podrá ser utilizado en otra cosa. En conjunto, los recursos estarán mejor colocados.

Veremos entonces las ventajas de un mercado donde los precios pueden fluctuar libremente, comparadas con las desventajas de un mercado donde sólo reflejan las decisiones equivocadas de los burócratas, que mucho daño nos han hecho.

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post