Cambio 2025: ¿sólo eso?

Publicado en por Gonzalo Flores

Cambio 2025: ¿sólo eso?

Por fin, la anunciada candidatura presidencial del señor Vicente Cuéllar ha entregado a los medios de comunicación algo parecido a un documento, que lleva su firma. Es, al parecer, el discurso que ha pronunciado cuando anunció su candidatura.

El Sr. Cuéllar empieza pidiendo ayuda a fuerzas metasociales para reconstruir el país. Esa confesión de mentalidad mágica ha bastado para ponerme la piel de gallina.

A continuación, nos informa que los masistas y los opositores mienten, abusan, son inoperantes y estériles; que ambos prometieron soluciones y ninguno de ellos cumplió. Eso es equivocado e injusto. Debió haber señalado que sólo el MAS ha estado en control de los aparatos de poder durante los últimos años, a excepción de la breve transición frustrada de 2019/2020. Omitió decir que el país realizó grandes progresos durante el período “neoliberal”, en los campos institucional, legal y económico, y que todo ello se realizó sin ningún intento de monopolizar el poder.

Inmediatamente presenta los elementos fundamentales de su programa.

Para el desarrollo de la justicia propone únicamente eliminar el ministerio de justicia e instaurar la pena de treinta años sin derecho a libertad para delitos completamente diferentes y de gravedad muy variable (feminicidio, violación, trata de personas; tráfico de órganos, narcotráfico, corrupción que cause daño al Estado, avasallamiento de la propiedad, “ecocidio”, actuación al margen de la ley por magistrados, jueces, fiscales y funcionarios judiciales).  Ni media palabra sobre la necesaria simplificación de leyes, la eliminación ineludible de la justicia indígena y un método confiable para la elección de magistrados y altas autoridades judiciales.

A continuación, afirma que transferirá todas las competencias necesarias desde el Estado central a los gobiernos departamentales y municipales para que las regiones se “autogobiernen”. No nota que el problema no es tanto el centralismo, como que el Estado se está convirtiendo en el primer propietario de medios de producción, que está excluyendo de la economía a los inversores privados, dificultando la formación de capital, y por tanto, la posibilidad de emplear a los nuevos bolivianos que ingresan a la fuerza de trabajo. La economía boliviana ya no puede ser calificada de economía libre. De hecho, Bolivia ocupa el lugar 167 en el índice de libertad económica, sobre un total de 176 países. Ya ha recorrido gran parte del camino a la servidumbre, al socialismo. Pero esto no parece importarle al nuevo candidato.

A continuación, propone un modelo “integral”, que supuestamente se serviría del mercado, “donde se genera la riqueza” y del Estado, “que protege a los más débiles”. Ese modelo no existe, ni es posible. El Estado no hace casi nada por sí mismo. El que actúa es el gobierno, y no protege a los más débiles, los ignora. Captura una parte importante de la riqueza generada por las empresas privadas y la emplea en su propia reproducción y remuneración. Las empresas, constreñidas por el exceso de intervención, modificación de precios y regulaciones, ven cada vez más difícil producir más y en mayores cantidades. No le ha faltado mencionar que quieren un modelo económico “boliviano”, una muletilla repetida por todos los opositores moderados al MAS, que hablan como si la economía que funciona en Bolivia fuera diferente de las economías de otros países. Las leyes que gobiernan la economía funcionan aquí y en cualquier otro lugar del mundo, hasta que llegan gobiernos que pretenden planificar la producción y distribuir la riqueza y desbaratan los logros conseguidos tras generaciones.

Afirma que Bolivia es un pueblo de emprendedores. Sería más exacto decir que es un país donde la mayoría de los emprendimientos mueren en su cuna, y que los pocos sobrevivientes encuentran su final al cabo de poco tiempo. Sólo verdaderas excepciones se desarrollan. La razón principal de tanto fracaso es el exceso de prohibiciones, regulaciones, impuestos y multas, que se hacen sin misericordia desde los tres niveles de administración del Estado. Por ese motivo la creación del ministerio de emprendimiento económico no es una solución. Lo sería, la creación de un ambiente adecuado al emprendimiento, que comprenda una legislación facilitadora, reducción de trámites e impuestos, eliminación de la legislación laboral ultra protectora, facilitación de las exportaciones, y por supuesto, acceso a capitales de diferente tipo según el nivel de desarrollo del emprendimiento.

El documento toca también el comercio internacional. Dice que Bolivia no puede seguir dependiendo de mercados como el chino y el ruso. Se equivocó completamente. Once países pagan el 80% de nuestras exportaciones; China es sólo el octavo comprador y Rusia ni siquiera está entre ellos. Respecto a las inversiones, omitió decir que no fueron las empresas privadas las que buscaron la penetración de capitales corrosivos, sino un gobierno populista que pretendió dirigir la economía. Indudablemente, Bolivia debe diversificar el número de países a los que exporta, pero eso no se puede hacer mientras el gobierno mismo sea un exportador, y mientras las importaciones e inversiones se negocien políticamente.

El documento no mencionó algunos puntos esenciales, absolutamente inexcusables. No se refirió al irracional concepto de “Estado plurinacional” ni a la enorme necesidad de restaurar la vigencia de las libertades y garantías, particularmente la propiedad privada. No mencionó la urgencia de eliminar la legislación discriminatoria que han promulgado el MAS y otros gobiernos. No señaló la necesidad imperativa de reducir el tamaño y costo del Estado, particularmente del poder ejecutivo. Olvidó decir que no tendremos elecciones libres si no se modifica la legislación que impide la participación política, y si no tenemos un padrón electoral confiable y un árbitro verdaderamente neutral e independiente. No señaló ni una sola vez la orientación que deberían tener las decisiones de política económica, las de manejo del medio ambiente, y las de la educación pública, la indudable clave para el progreso futuro.

Y eso fue todo. Muy poco para un candidato que supuestamente se ha rodeado de los mejores, que ya se han denominado el “gabinete”.

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