Aspectos Económicos del Problema de las Jubilaciones

Publicado en por Gonzalo Flores

Aspectos Económicos del Problema de las Jubilaciones

(Título original: Economic Aspectos of the Pensions Problem. Por Ludwig von Mises. Resumen por Gonzalo Flores

  1. Sobre quién incide

Cuando una ley o la presión de un sindicato obligan a los empleadores a realizar un gasto adicional en beneficio de los empleados, la gente habla de “conquistas sociales”, que dan a los empleados un beneficio adicional a los salarios que perciben, una concesión que hubieran perdido de no existir esa ley o esa presión. Se presume que los trabajadores obtienen algo a cambio de nada. Esa manera de ver las cosas es completamente falaz.

Lo que el empleador toma en cuenta al contratar mano de obra o despedirla, es siempre el valor de los servicios prestados. Se pregunta: ¿Cuánto adiciona el hombre considerado a la producción total? ¿Puedo esperar que el gasto causado por su contratación se compense con la venta del producto adicional logrado con su trabajo? Si la respuesta a la segunda pregunta es negativa, la contratación del hombre causará pérdidas.

De este modo, el empleador toma en cuenta no sólo el salario líquido del individuo sino también todos los costos derivados de su contratación. Por ejemplo, si el gobierno recauda un porcentaje de los sueldos totales como impuesto, la suma que debe calcularse es: salarios más impuesto. Si el empleador está obligado a pagar aportes jubilatorios, la suma debe ser: salarios más aporte a la jubilación.

Por consecuencia, la incidencia de las supuestas “conquistas sociales” recae sobre el asalariado. Sus efectos no difieren del efecto que tendría cualquier clase de aumento salarial.

En un mercado de trabajo libre predomina la tendencia hacia el pleno empleo. Pero tan pronto como las leyes o los sindicatos fijan salarios en un nivel más alto, esa tendencia desaparece. Entonces los trabajadores son despedidos y las personas que buscan trabajo no pueden obtenerlo. La razón es que al nivel alcanzado por los salarios artificialmente, sólo es rentable la contratación de un número menor de hombres. Mientras que en un mercado libre la desocupación es sólo transitoria, se convierte en un fenómeno permanente cuando los gobiernos o los sindicatos tienen éxito en elevar los salarios por encima del nivel potencial de mercado. Hasta Beveridge y Keynes estuvieron de acuerdo.

Lo que impide que los gobiernos y los sindicatos eleven los salarios a un nivel más alto es su negativa a desplazar del mercado laboral a un número demasiado grande de personas. Lo que los trabajadores reciben en forma de jubilaciones reduce el monto de salarios que los sindicatos pueden pedir sin aumentar la desocupación. Los sindicatos, al demandar jubilaciones que la compañía debe pagar sin recibir nada a cambio, han hecho una elección. Han preferido las jubilaciones en lugar de mayores salarios “líquidos”.

Que los trabajadores contribuyan o no al fondo del que surgen las jubilaciones no tiene importancia económica. Para el empleador no es importante que el costo de su mano de obra se vea incrementado por un aumento de los salarios líquidos o por obligación de pagar aportes jubilatorios. Para el trabajador las jubilaciones no son un beneficio gratuito que el empleador otorga. La jubilación requiere que los trabajadores vean limitado el monto de los salarios que podrían obtener sin atraer al fantasma de la desocupación.

Si se computa correctamente los ingresos de un trabajador con derecho a jubilación, consisten en: su salario más el monto de la prima que tendría que pagar a una compañía de seguros para la adquisición de un derecho equivalente. En definitiva, el monto de la pensión equivale a la restricción de la libertad del asalariado de usar su salario total como mejor le parece. Se ve obligado a disminuir su consumo actual para tomar precauciones respecto su vejez. Podemos discutir si eso es o no es conveniente. Lo importante es subrayar que las jubilaciones no son un regalo del empleador. Son un aumento salarial disfrazado con peculiares características. El empleado es obligado a utilizar el incremento para obtener la jubilación.

  1. La jubilación y el poder adquisitivo del dólar

En los EE.UU., es evidente que el monto de la jubilación que cada hombre tendrá derecho a reclamar sólo puede ser fijado en dinero. Por tanto, su valor está directamente relacionado con las vicisitudes del dólar.

El gobierno actual desea idear distintos planes para las jubilaciones por invalidez y edad avanzada (como incrementar el número de personas incluidas en el sistema de seguridad social, extender los beneficios, otorgar jubilaciones a quienes no han realizado contribuciones, etc.). Pero, al mismo tiempo está firmemente decidido a seguir una política que, irremediablemente, disminuirá cada vez más el poder adquisitivo del dólar (…)  Mientras finge combatir la inflación, ha elevado a la dignidad de postulado esencial del gobierno popular y de la democracia económica, la expansión crediticia ilimitada y el aumento desenfrenado de la cantidad de moneda en circulación.

Que nadie se llame a engaño por la frívola excusa según la cual se trata de evitar el déficit permanente, pero se pretende lograr el equilibrio presupuestario tras un periodo de muchos años en lugar de alcanzarlo cada año.

La doctrina que favorece equilibrios presupuestarios a largo plazo significa lo siguiente: “mientras nuestro partido está en el poder, sentaremos nuestra popularidad a través del gasto ilimitado” (…) “Más tarde, cuando nuestros adversarios estén en nuestro lugar, aparecerá la inevitable consecuencia de nuestra política expansionista, es decir, la depresión. Entonces los culparemos por el desastre y los atacaremos por haber fracasado en equilibrar el presupuesto de la manera adecuada”. (pg. 86).

“Es muy improbable que la práctica del gasto deficitario sea abandonada corto plazo. Como política fiscal, es muy útil a los gobiernos ineptos. Los pseudo-comunistas la defienden apasionadamente. En las universidades es elogiada por ser el medio más beneficioso del que se valen las finanzas públicas verdaderamente “progresistas”, “antifascistas” y “no ortodoxas”. (…) “No es probable que una doctrina aceptada en casi todo el mundo sea descartada mientras no haya desaparecido la generación presente de políticos y profesores”. (…) “… “Las perspectivas para un retorno rápido o manejo sano de los asuntos monetarios no son muy alentadoras”. (pg. 88-89)

La consecuencia inevitable de las políticas inflacionarias es una caída del poder adquisitivo de la unidad monetaria ¡Compárese el dólar de 1950 con el de 1940! El franco francés puede darnos una idea aproximada del dólar de hace 30 o 40 años.

Sin embargo, son tales períodos de tiempo los que se toman en cuenta para los planes jubilatorios. Los actuales trabajadores recibirán sus jubilaciones en veinte, treinta o cuarenta años. Hoy, una jubilación de cien dólares mensuales es una asignación bastante considerable. Pero ¿lo será en 1980 a 1990? Actualmente 52 centavos de dólar alcanzan para comprar todo el alimento que una persona necesita para satisfacer sus necesidades diarias de proteínas y calorías. Pero ¿serán suficientes en 1980?

De eso se trata. Los trabajadores procuran obtener seguridad, al bregar por sus jubilaciones. Pero sus “conquistas sociales” se evaporan con la caída del poder adquisitivo del dólar. Al respaldar con entusiasmo la política del Fair Deal, los propios sindicalistas están frustrando todos sus modelos jubilatorios y de seguridad social. Las jubilaciones que algún día puedan cobrar sólo serán figurativas.

“No existe ninguna solución a este dilema” (…) Todos los pagos diferidos deben ser estipulados en términos de dinero. Éstos se achican al disminuir el poder adquisitivo del dinero. Una política de gasto deficitario perturba la misma base de todas las relaciones entre personas y todos los contratos. Perjudica todas las clases de ahorros, beneficios de seguridad social y jubilaciones” (pg. 90)

  1. Las jubilaciones y la “nueva economía”

¿Cómo puede ser que los trabajadores norteamericanos no se den cuenta de que sus políticas son contrarias a sus propósitos?

La respuesta es que son engañados por la llamada “nueva economía”. Esta teoría, supuestamente nueva, ignora el rol de la acumulación de capital. No percibe que no existe más que un medio para incrementar los salarios de todos aquellos que desean trabajar, que consiste en lograr un mayor crecimiento del capital, comparado con el de la población. Se refiere al progreso tecnológico y a la productividad, sin darse cuenta de que ninguna mejora tecnológica puede alcanzarse si no se cuenta con el capital requerido.

Justo cuando quedó claro que el principal obstáculo para un mayor mejoramiento económico era la escasez de capital, Keynes desarrolló su doctrina sobre los males que el ahorro y la acumulación de capital traen aparejado. Para él y los que lo apoyaron, todo lo que no es satisfactorio es causado por una empresa privada inepta. El remedio que recomiendan es verdaderamente simple. El gobierno debe ocupar el vacío. Presumen, con total despreocupación, que el Estado dispone de medios ilimitados.

No es extraño que el hombre común sea víctima de las ilusiones que oscurecen los puntos de vista de estadistas y profesores. Descuida el medio de identificar el problema principal de la economía norteamericana, es decir, la insuficiente acumulación de nuevo capital. Interpreta mal los altos beneficios de las compañías. No percibe que una parte considerable de los beneficios es ilusoria, ya que son sólo una consecuencia aritmética proveniente del hecho de que las sumas computadas como cuotas de amortización son insuficientes. Esos beneficios imaginarios serán absorbidos por los incrementos en los costos de reemplazar los equipos amortizados. Los gastos destinados a comprar nuevos equipos no constituyen inversión adicional, sino sólo mantenimiento del capital. Lo que queda disponible para realizar una inversión sustancial y para el mejoramiento de los métodos tecnológicos es mucho menos de lo que la gente mal informada cree.

Desde hace cincuenta o cien años observamos un progreso continuo en la capacidad productiva de los EE.UU., pero sería un error presumir que esta tendencia está destinada a continuar. El progreso pasado ha sido causado por un rápido crecimiento del capital acumulado. Si la acumulación de nuevo capital es desacelerada o se detiene por completo, no se registrará ninguna otra mejora.

“Ese es el problema real que hoy enfrenta la fuerza de trabajo en los EE.UU. Los problemas de conservación del capital y de acumulación de nuevo capital no sólo conciernen a los ‘gerentes’. Son también vitales para los asalariados. Los sindicatos, sólo preocupados por los salarios y las jubilaciones, hacen alarde de sus victorias pírricas. Los sindicalistas no son conscientes del hecho de que su suerte está ligada al florecimiento de las empresas de sus patrones. Como votantes, aprueban un sistema impositivo que recauda fondos que hubieran sido ahorrados e invertidos como nuevo capital y los desvía para satisfacer los gastos gubernamentales”.

La única razón por la cual los salarios son más altos en los EE.UU. que en otros países es que la cuota de capital invertido per cápita es más elevada. El peligro psicológico que encierra toda clase de plan jubilatorio es que oscurece el hecho mencionado, da a los trabajadores una sensación de seguridad infundada. “Ahora –piensan- nuestro futuro está resguardado. No debemos continuar preocupándonos. Los sindicatos obtendrán más conquistas sociales para nosotros. Nos espera una época de abundancia”

Un hombre que se ve obligado a tomar precauciones para su vejez debe ahorrar parte de sus ingresos o contratar un seguro. Esto lo conducirá a analizar el estado financiero de los bancos de ahorro o de las compañías de seguros, o la seguridad que le ofrecen los bonos que compra. Ese hombre probablemente tendrá un mayor conocimiento de los problemas económicos de su país que aquel al cual el sistema jubilatorio lo libera de toda preocupación.

“Pero el hombre que confía en la jubilación estipulada cree que tales asuntos son ‘pura teoría’ y que no lo afectan. Los aspectos de los que su bienestar depende no le preocupan, ya que ignora esta dependencia. Como ciudadanos, la desinformación de tales personas es un peligro. Una nación no puede progresar si sus miembros no están perfectamente al tanto de que lo único que puede mejorar sus condiciones es una producción mejor y mayor. Y esto sólo puede ser realizado por un incremento en el ahorro y en la acumulación de capital”.  (pg. 92)

 

 

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